¡GRITALO DANTE, GRITALO!

La cara de Dante lo dice todo. La sonrisa se le salía de la cara. No lo podía creer. Claro, había metido un gol desde atrás de mitad de cancha y nada menos que contra Titanes de Córdoba, el clásico rival. Era (y fue) el 1-0 de su Tigres de Pacheco que le dejaba casi servido el título de la Liga Nacional.

Hábil, pícaro y con un olfato goleador innato, el asunto es que Dante Giannoboli no tuvo vergüenza ni respetó ninguna jerarquía en la cancha. Cuando vio que Agustín Zanoli le dio un pase atrás a Lisandro Uretti, el alumno de 5º grado del Colegio Integral Nuevos Ayres olió sangre y dijo “esta es la mía”. Y así fue. Cuando el capitán cordobés quiso rechazar, Dante le puso la trompa de la silla en el lugar perfecto para que el rebote fuera directo al arco rival. Todo en un segundo. Gol de Dante, gol naranja y a cobrar.

La barra de Tigres entró en ebullición. Ahí estaban mamá Gisella, papá Leandro y Lucía, la hermanita menor, su fan número 1. Los tres a los gritos y abrazos. No era para menos. El pequeño Dante luego recibiría el premio “Revelación”. Y bien merecido que lo tiene.

Dante tiene 10 años y 4 de experiencia en el Power. Toda una vida… ¡El 40 %! El asunto es que el chiquilín ya sabe lo que es hacer goles y dar vueltas olímpicas. En su casa tiene colgadas las medallas de la Copa Desarrollo 2024 y las Ligas Nacionales del 2023 y la de ahora, del 2025. Y no tiene más porque la Copa Libertadores que ganó Tigres este año en Brasil no se la dejaron jugar por exceso de juventud. Por tener 9 años, los organizadores no le permitieron jugar. Insólito.

El día que debutó en Primera, cuando era más joven, el tipo hizo dos goles. Arrancó tranqui… Y también ya sabe lo que es vestir la camiseta de la Selección porque tuvo convocatorias para el Juvenil y la Mayor. ¿Algo más? Si, es hincha de “Boca y de Talleres, pero más de Boca…” Su comida preferida es el lomito y como hobby tiene uno muy particular: cada vez que hay sorteos en la fecha Power va en silencio y les pide a los organizadores sacar los números. Así, con esa inocencia y dulzura, Dante se divierte en la cancha y también cuando terminan los partidos. Lo que el pequeño Dante todavía no sabe, es que tiene todos los números para ser un crack.